Discurso de Nydia González al recibir el Premio Nacional de Pedagogía 2019, en Cuba.

"Compañeros y compañeras de la presidencia. Amigos y amigas que comparten con nosotros este reconocimiento.

"Estoy muy contenta y emocionada,  por todo lo que este Premio  representa en un país donde han habido y hay, tan estupendos maestros; además, recibirlo un día antes del aniversario 167 del natalicio del más grande de nuestros Maestros y hacerlo en este recinto tan lleno de historia y de glorias, hace que me sienta muy agradecida.

"Permítanme pues, comenzar agradeciendo a la joven provincia de Artemisa, la propuesta de mi premio; y al Jurado y a la Asociación de Pedagogos de Cuba el otorgamiento; pero, fundamentalmente, mi agradecimiento va dirigido a quienes hicieron posible esta propuesta y los resultados que avalan este reconocimiento. Por ello doy las gracias a todos los que conmigo compartieron estos aprendizajes, a mis maestros, a mis estudiantes; a los colegas de trabajo, a mis compañeros de aventuras por más de seis décadas, en especial al aguerrido Colectivo de Investigación Educativa (CIE) “Graciela Bustillos”, a los que hoy están aquí y a los que ya han partido; y no puede faltar un agradecimiento muy especial a mi familia, sin cuyo apoyo incondicional, crítico y comprometido no hubiera podido tener esta alegría.

"Me alegro de recibir este premio, fundamentalmente, porque considero que en mi persona se está reconociendo la utilidad de la Educación Popular para la construcción  del sueño socialista de este pueblo;  y les argumento como llego a esta conclusión.

"Las exigencias de la propuesta me obligó hacer un recuento  de mi vida laboral  donde se aprecia, que si bien desde muy temprano hay una búsqueda de nuevos caminos, de innovaciones y experimentos,  es después de mi jubilación, donde hay un incremento apreciable de las contribuciones que valoró el jurado para otorgarme este premio.

"Y qué explica esto...  ¿La reflexión reposada de la vejez?, no, no  creo  que esté presente en mi caso; más bien, considero que fue el impulso que me insufló la Educación Popular de retomar el camino de sana locura iniciado en la década del 70 y experimentar en nuevos espacios educativos para convencerme de cuánto pudieran ayudar estos principios y métodos en la formación de los sujetos que deben realizar los cambios que vaya exigiendo nuestro proceso revolucionario.

"Así es que, casi al jubilarme, mi experiencias de casi 30 años de docencia, se vió confrontada, y las nuevas prácticas exigían nuevos enfoques, nuevos saberes y para ello había que desaprender mucho; es decir terminando, empezaba. Esto no hubiera sido posible, si no es por el equipo que animó y enriqueció este esfuerzo.

"Pero dejaría de ser maestra si renuncio al deseo de compartir con ustedes algunos de estos aprendizajes:

"Fue relativamente fácil (tal vez por ello empiezo por ahí) apropiarnos y hasta crear las técnicas que permitian dinamizar nuestras prácticas haciéndolas más agradables y novedosas; pero ese elemento tan llamativo y útil, tiene el peligro de desvirtuar la imagen de la Educación Popular y encubrir el verdadero objetivo de esta metodología, al promover  la participación del estudiante, que es democratizar la dirección del proceso educativo, y esto implica compartir el poder del educador con el grupo desde el diseño del proceso hasta su evaluación, lo cual exige humildad; diálogo y trabajo en equipo.

"A nadie escapa que esta práctica generalizada estaría constituyendo un ejercicio de formación básica para las generación que  tendrá la responsabilidad de contruir y dirigir una nueva sociedad  donde “la dimensión de lo justo no es vertical sino horizontal,  y donde nadie, (incluido los maestros),  debe confundir responsabilidad con poder, posición con privilegio, ni dirección con decisión unilateral”[1].

"El refranero popular dice que no es posible construir lo nuevo con moldes viejos; pero me parece que para la educación no sirven moldes nuevos, sino que necesitamos romper los moldes, y para ello hay que  innovar, experimentar y sistematizar nuestras experiencias, para aprender nosotros como maestros a compartir el poder, a colocar la ciencia en función de la práctica, a liberar la creatividad de la generación que ha de construir el futuro y todo esto hacerlo en un espacio donde el tiempo corra rápido y nadie quiera irse; donde el cariño se perciba en el aire; donde el placer de aprender y crear sea una práctica cotidiana; y la evaluación sea un momento más de aprendizaje, formador de  valores y conductas éticas, y donde el error se convierta en utilisima semilla, como pedía el Apóstol, José Martí.

"Pensándolo bien;  tal vez en esta frase martiana, está el secreto de por qué he tenido estos frutos.

"Nuevamente muchas gracias, por acompañarnos y por escucharme.

GRACIAS".

Nydia González

Presidenta Honoraria del CEAAL.

[1] Calviño, Mensaje de fin de año 2019