Educación Popular Feminista en defensa de la esperanza que nos Revoluciona.
Se realiza el II Encuentro Mesoamericano de Educación Popular Feminista. En entronque con la pandemia, se realiza de manera virtual. Reúne a catorce países.
El 25N nos pensamos la humanidad, pensamos como la mitad de ella vive múltiples y diversas violencias y decidimos no más “Lucha Popular Feminista”. Declaramos que, defender la esperanza es revolucionaria, es con alegría y con placer, porque levantar la voz, exigir ser escuchadas, es una lucha y una invitación a no rendirnos a la opresión material. Es contra el capitalismo que promueve la guerra, el tráfico, la trata, la explotación sexual, es la lucha contra la acumulación de las riquezas, es contra los fundamentalismos religiosos, primera gran racialización de cuerpos y territorios. Es importante no reforzar las hegemonías feministas que entregan el poder patriarcal que salva el capital, es nuestra manera de confrontar los poderes neoliberales donde acceder a escaños no genera procesos de liberación. Como aprendizaje no puede existir unidad si no se tiene en cuenta las injusticias territoriales de clase, raza, sexo que nos atraviesan. El feminismo no puede ser capitalista es una contradicción, es cambiar sin cambiar.
No somos “La Mujer”. Exigimos ser nombradas, identificadas, reconocidas, los feminismos son políticos, también personales e íntimos y dialogan simultáneamente entre sí, ya que no solo hay proyectos sino trayectos históricos, vitales y latentes. Las mujeres y bio mujeres somos cuerpos de luchas, las migrantas que son exotizadas, las viejas que son anuladas, las lesbianas que son invisibilizadas, las transexuales, travestis, abatidas por la dominación y la explotación sexual, y suma y sigue.
El aborto es un derecho por la vida. Abortamos con y sin permiso. No obstante, es una opción a la que debemos acceder libre y soberanamente. Llama la atención como se imagina que no contamos con criterio emocional, para tomar decisiones que nos atraviesan incluso con contradicción. Confrontar el amor incondicional donde la obligatoriedad heteronormativa del amor, la sexualidad y la maternidad institucional nos opresiona. El juicio de la superioridad moral clasista y burguesa de la decencia, ser buena mujer, buena esclava de la familia, de la clase y del sistema. Es un desafío pensarnos como individuas en principio con gustos, deseos, contradicciones, indignaciones, despeinadas y chasconas y desde ahí proyectarnos hacia nuestros roles y relacionarnos humanamente.
Nos llamamos a defender todos los territorios que no nos pertenecen y que si habitamos, esto nos permite no olvidar lo distinto. Identidad no es sinónimo de idéntico, reafirmando nuestro Ser histórico, político, reconocer lo ético, el sentir, legitimar la emocionalidad y la comunidad que nos permite pensarnos y vincularnos entre muchas distintas, que nos unen nuestras exigencias y demandas, sin excluir lo que nos diferencia. No podemos ser feministas neutras. Debemos construir procesos políticos, exigir al estado que haga su trabajo, sin acuerdos a puerta cerrada o transando nuestras autonomías, desde los sectores populares y organizadas. Construimos nuestros propios símbolos y consignas, de las cuales nos apropiamos, no estamos dispuestas a soltar las calles porque es el pueblo quien tiene que decidir cómo queremos vivir colectivamente, que permita como desafío permanente en los sectores empobrecidos y no pobres, logrando luchas y estrategias para organizarnos. No invisibilizando ninguna opresión.
Soledad Rojas.
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