¿Qué pasó en Chile el domingo?
Cuesta explicar el resultado del plebiscito de este domingo recién pasado y el fracaso de lo que se iba a llamar la “Constitución de 2022”, porque en apabullante pronunciamiento, el 62% de los chilenos y chilenas rechazaron la progresista propuesta de texto presentada por la Convención Constitucional.
Cuesta explicarse este resultado, después de que casi el 80% de los chilenos y chilenas, casi dos años antes, habíamos aprobado la formulación de una nueva Constitución que sustituyese la ilegítima Constitución de 1980, heredada de Pinochet.
Entonces, de manera inédita en nuestro país, se había elegido y mandatado a 155 representantes convencionales para elaborar una carta magna que respondiese a la demanda recientemente visibilizada en centenares de marchas y cabildos populares y que movilizó a millones de chilenos y chilenas, tras el estallido social del 18 de octubre 2019. Por primera vez, se estableció una representación popular con paridad de género; cuotas para pueblos originarios; condiciones favorables para la representación de independientes y proporcionalidad en la representación territorial.
El resultado de este proceso fue la obtención de una propuesta innovadora y avanzada en el abordaje de una gran variedad de temas que apuntaban al cambio del modelo neoliberal imperante y un sistema democrático con efectivos mecanismos de participación y control social. La propuesta, saludada y valorada por reconocidas personalidades e instituciones nacionales e internacionales políticas, del arte, la cultura y las ciencias, establecía instaurar un Estado Social y Democrático de Derechos, Plurinacional, Feminista y Ecológico, entre otras definiciones, para lo cual fijaba un itinerario de tránsito -gradual- de los cambios y de las adaptaciones institucionales requeridas.
Pero, ¿qué explica los que pasó el domingo en Chile?
Entre rabia, lágrimas y profundo desencanto, han ido surgiendo diversas explicaciones y juicios que bordean respuestas plausibles y que alimentan el debate iniciado en la izquierda y los movimientos sociales. Debate que, por lo demás, urge realizar con un alto sentido de autocrítica y respeto, para reagrupar fuerzas y detener la embestida restauradora y el control político de los sectores empresariales conservadores y de derecha extrema en nuestro país.
Las principales explicaciones y justificaciones, que circulan, del fracaso de la propuesta de nueva Constitución, son las siguientes:
- Era una propuesta muy progresista para una sociedad conservadora como la chilena.
- Era una propuesta maximalista de la izquierda que no representaba a todo el país
- Era una propuesta demasiado extensa y técnica que no logró ser entendida por el pueblo.
- Era una propuesta construida con enfoque “octubrista”, marcada por el fragor del momento del estallido social.
- Fue un castigo al mal comportamiento, exabruptos y estridencias públicas de ciertos convencionales.
- La ignorancia y despolitización de los sectores populares, producto del abandono de la educación cívica.
- La complacencia de los partidos y las dirigencias políticas más preocupadas en promover sus propios liderazgos.
- El centralismo capitalino y el abandono de los territorios rurales.
- La baja aprobación del gobierno de Boric, afectado por una alta inflación y, la asociación de su gestión política con el apoyo a la Convención Constitucional.
- La feroz campaña de mentiras y “fake news” por redes sociales y medios tergiversando las propuestas de texto constitucional.
- El manejo y manipulación de los medios de comunicación controlado por los grupos económicos generaron un ambiente de temor e incertidumbre a los cambios.
- Afectó que el financiamiento legal de la Campaña del Rechazo fue 20 veces mayor que la del Apruebo.
El listado de explicaciones y reacciones es mucho más largo, lo cierto es que los CEO de las empresas mineras privadas del cobre; del sistema privado de pensiones (AFP); del sistema privado de salud (ISAPRE); de los de la Banca financiera; los sostenedores privados de la educación y; los dueños del agua (privatizada) en Chile están celebrando. Se frenó el proceso de transformaciones profundas y se instaló un nuevo escenario que, a pesar de no detener el proceso constituyente y el mandato que estableciera el pueblo soberano de cambiar la actual Constitución, sí repuso la mesa de negociaciones entre los partidos políticos en el Congreso, donde la oligarquía está mejor representada. De esta manera, quedó excluida de estas tratativas la sociedad civil y los movimientos sociales, quienes fueron los que impusieron la premura del cambio constitucional en las calles.
¿Qué pasó este domingo, según nosotros, los educadores populares?, ha habido un largo periodo, decenas de años de desafección de la población con los temas públicos, producto del exitismo económico y el individualismo instaurado como valores desde el Estado. La debilidad del movimiento de trabajadores y de las redes de organizaciones sociales, en gran medida sectorizadas y despolitizadas limitaron su incidencia en un debate prácticamente monopolizado por los representantes políticos institucionalizados.
La campaña por una causa justa y de amplio beneficio a las comunidades y sectores populares fue compleja, considerando las grandes transformaciones propuestas y el denso fundamento técnico que las sustentaba, por lo demás, los temas y lenguajes parecieron muy ajenos a las personas y a su condicionante realidad. Si bien la propuesta abarcó generosamente temas del interés de muchos grupos identitarios, se diluyó la centralidad y la percepción unitaria del todo.
Desaprovechamos una oportunidad histórica de hacer un cambio profundo en nuestra sociedad, nos faltó despliegue y pedagogía apropiada para llegar a todos los territorios y tocar el sentir de las diversidades sociales de Chile.
El presidente Boric anunció la continuidad del proceso constituyente, aunque la modalidad no está definida y requerirá un amplio acuerdo de las fuerzas políticas. Los movimientos sociales y ciudadanos exigimos respetar el carácter democrático y participativo del proceso y que se conduzca a través de una nueva Convención Constitucional.
Alejandro Salinas, CEAAL Chile